Mi vida apesta. ¿O será que el problema son mis anticonceptivos?

Con todo el estrés que produce la vida, a veces es difícil saber lo que te está haciendo sentir mal. Démosle un vistazo a los mitos y verdades sobre la relación entre los anticonceptivos y la depresión.

Con todo el estrés que produce la vida, a veces es difícil saber lo que te está haciendo sentir mal. ¿Será tu próximo examen lo que te está estresando? ¿Será la pelea que tuviste con tu amigo? ¿Será tu compañero de trabajo que te está haciendo la vida imposible sin ningún motivo aparente? ¿O serán tus anticonceptivos? Démosle un vistazo a los mitos y verdades sobre la relación entre los anticonceptivos y la depresión.

VERDAD: la depresión es común.

La depresión es un grave problema de salud que a menudo se pasa por alto. Aproximadamente una de cada cinco personas que viven en los Estados Unidos sufrirá de depresión clínica en algún momento de su vida, y la depresión es la principal causa de absentismo escolar o laboral en personas de entre 15 y 44 años de edad. Aunque tanto hombres como mujeres pueden deprimirse, las mujeres son más propensas que los hombres a tener depresión.

Es cierto que todos nos sentimos tristes de vez en cuando, pero para la mayoría de las personas, estos sentimientos pasan en unos pocos días. Si tienes un trastorno depresivo, puede que no quieras o no puedas llevar a cabo tus actividades normales tales como salir con tus amigos, ir a trabajar o estudiar. Para las mujeres que comenzaron a usar métodos anticonceptivos hormonales más o menos al mismo tiempo que comenzaron a sentirse mal, puede ser tentador echarle la culpa de su depresión a los anticonceptivos.

¿Será que el problema son mis anticonceptivos?

Cuando la píldora salió por primera vez en la década los 60, hubo preocupación de que podría causar depresión. Pero las píldoras de hoy en día contienen de 8 a 10 veces menos hormonas (estrógeno y progestina). Otros métodos, como el anillo y el DIU, tienen una dosis incluso más baja de hormonas. Estudios sobre las mujeres que usan nuestros modernos métodos anticonceptivos hormonales combinados han demostrado que estas experimentan una variedad de estados de ánimo. Para algunas mujeres, los anticonceptivos mejoraron su estado de ánimo y depresión. Otros estudios también han demostrado que las mujeres que toman anticonceptivos hormonales combinados tienen menos variabilidad en su estado de ánimo que las mujeres que usan anticonceptivos sin hormonas.

También se han realizado estudios sobre los anticonceptivos de solo progestina, como la inyección, el implante y el DIU hormonal, los cuales concluyeron que no hay ninguna diferencia en la probabilidad de sufrir de depresión entre las mujeres que usan la inyección en comparación con los anticonceptivos sin hormonas. Incluso después de un año de usar la Depo, los estudios no encontraron ningún cambio en cuanto al estado depresivo.

La conclusión es que no ha habido ninguna evidencia consistente de que los anticonceptivos causan depresión. Probablemente la mejor manera de predecir cómo se sentirá una mujer con o sin anticonceptivos es analizar su salud mental en el momento en que comienza a usar los anticonceptivos.

VERDAD: tú eres quien conoce mejor tu cuerpo (y tu estado de ánimo).

Tú eres la única persona que realmente sabe cómo te sientes. Toda la gente reacciona a los anticonceptivos de forma diferente. Sin embargo, recuerda que aunque los anticonceptivos generalmente no causan o empeoran la depresión, algunas personas pueden tener cambios en su estado de ánimo cuando toman anticonceptivos. Si sientes que tus anticonceptivos podrían ser una de las causas de tu depresión, habla con tu proveedor de cuidado de salud. Y no olvides que existen muchos métodos anticonceptivos disponibles, ¡así que puedes encontrar el que funcione mejor para ti!

Si te preocupa que puedas tener depresión, dale un vistazo a estos excelentes recursos para obtener más información y encontrar ayuda cerca de ti.

Escrito por Grace Shih, MD, MAS

Grace Shih, MD, MAS, es una médica de familia en Seattle, WA. Completó su residencia en medicina de familia en la Universidad de Brown y su beca de investigación en planificación familiar en la Universidad de California, San Francisco. Cuando no está con sus pacientes, la pueden encontrar cocinando, haciendo caminatas al aire libre o bailando salsa.

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